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lunes, 18 de junio de 2007

Mata Hari II


En 1917, siete meses antes del final de la "Gran Guerra", fue sometida a juicio en Francia acusada de espionaje, de ser una agente doble para Alemania y de haber sido la causa de la muerte de miles de soldados. Fue declarada culpable sin pruebas concluyentes y basadas en hipótesis no probadas que hoy en día (principios del siglo XXI) no se sostendrían en un juicio moderno, de hecho, una asociación de su ciudad natal al Ministerio de Justicia francés una revisión póstuma del caso, pero esta petición no fue atendida.
Fue ejecutada por el pelotón de fusilamiento el 15 de octubre de 1917. La leyenda sostiene que la escuadra tuvo que ser vendada para no sucumbir a sus encantos, sin embargo, son probados los hechos de que lanzó un beso de despedida a sus ejecutores y que, de los 12 soldados que constituyeron el pelotón de fusilamiento, sólo acertaron curiosamente 4 disparos, uno de ellos en el corazón que le causó la muerte instantánea. El oficial a cargo, como así se disponía en estos casos, ultimó el acto innecesariamente con un disparo de gracia en la sien. La noticia recorrió el mundo. Hay incluso narración periodística que detalla este dramático momento describiendo la expresión de su rostro, forma de caída y disposición final del cuerpo en el suelo. Una fotografía perteneciente a una película fechada en 1920 muestra la escena, con absoluto realismo, de los momentos previos a su ejecución, justo enfrente del pelotón de fusilamiento, cuando el oficial está leyendo los cargos.
Su cuerpo, que no fue enterrado, se empleó para el aprendizaje de anatomía de los estudiantes de medicina, como era precepto para los considerados criminales y ajusticiados en aquella época. Su cabeza embalsamada, que tenía el pelo teñido de rojo, como atestiguan quienes la vieron, permaneció en el Museo de Criminales de Francia hasta que en 1958, desapareció seguramente robada por un admirador.
Polémica sobre su condena
"¿Una ramera?, ¡Sí!, pero una traidora, ¡Jamás!" es una frase que se le atribuye a Mata Hari durante un juicio que se transformó en sumarísimo con carga moral.
El joven oficial ruso de 23 años del que estaba enamorada, y por el que aceptó el encargo de espiar para Francia al embajador alemán en Madrid por un millón de francos de la época (el joven fue herido en combate en un ojo y necesitaba cuidados), habló de ella en términos de "mujer aventurera" una vez que supo de su encarcelamiento. Margaretha acudió a las autoridades francesas, para conseguir un visado especial para el tránsito por el territorio en guerra que era necesario para acudir donde estaba ingresado. Ese momento había sido aprovechado para proponerle trabajar para el gobierno de la República en asuntos tan delicados.
Este desprecio de "por quien hubiera cruzado el fuego" según Mata Hari, entre otros sinsabores, como el envenenamiento de su pequeño, la ausencia de su hija y una dura vida sin apenas ingresos que llevó con su tía antes de lograr la fama en París, ayudaron a Margaretha en la consecución de la siempre difícil entereza o quizás resignación, de aceptar su propia muerte con peculiar valentía ante lo inevitable. No obstante, hasta pocas horas antes del fusilamiento, tuvo la esperanza de que el presidente de la República le concediera el indulto. Cuando le fue denegado y se procedió acto seguido al fusilamiento, todavía no podía creer lo que iba a suceder aquel amanecer del 15 de octubre, con la mente todavía ausente por los relajantes que solía tomar para conciliar el sueño. Sin embargo, con la ayuda seguramente de las numerosas charlas que había sostenido previamente con la religiosa que le asistió cierto tiempo, y la aceptación progresiva de que podría suceder lo peor, hicieron que sus últimos actos fueran acordes al mito que representaba para sus contemporáneos. En momentos como esos, no es posible fingir una artificial rectitud o valentía. Margaretha Geertruida Zelle, siempre proclamó insistentemente su inocencia, hasta el último instante.
Hoy por hoy, la tesis más extendida sobre el caso Mata Hari es que, aunque reveló algunos datos sobre ciertos movimientos alemanes sin importancia, como el desembarco nocturno de algunos oficiales del Kaiser en Marruecos, y la insustancial comunicación al enemigo de movimientos de tropas francesas tomadas de la prensa de París, estos fueron siempre irrelevantes debido a la nula preparación de Mata Hari como espía, aunque llegó a ser acusada por Francia de haber sido entrenada en Holanda en una escuela para tal fin. Mata Hari era más bien una cortesana en aquellos momentos, que aceptó encargos de esta índole con tal de poder seguir con su alto ritmo de vida y asistir, en territorio de guerra, a su joven amado herido en combate. Quienes han estudiado este personaje dicen que en realidad, se tomó esta labor como un juego, no siendo plenamente consciente de que el mundo ya no era el que había conocido antes del fatal año de 1914. La guerra lo había cambiado todo.

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